La Libertad nace como una marca en 2009, producto de la imaginación e iniciativa de Federico Castrillón, egresado de publicidad de la Universidad Pontificia Bolivariana en 2002. Luego de ejercer su profesión en agencias de publicidad como creativo gráfico y posteriormente como freelancer decide buscar una vertiente para explorar con la ilustración, encontrando en la joyería y la estampación textil un lenguaje para relatar historias sin las restricciones que le imponía el mundo corporativo, de ahí el nombre de la marca, La Libertad.
Sus temáticas juegan con las ciencias naturales para hacer alusión a instancias sicológicas humanas donde, partiendo de taxonomías animales y de su significado a través de la historia, se exploran comportamientos e imaginarios construidos por la mitología, la historia y la literatura universal.
Cada colección es como abrir la página de una enciclopedia, ejercicio que Federico recuerda practicar cuando era niño, devorando vorazmente información de aquellas imágenes que despertaban su interés en esos compendios del saber humano: los imponentes pájaros barranqueros de su Colombia nativa, la máscara funeraria de Tutankamón, los inquietantes personajes de El Bosco, las tragedias de Shakespeare o los escalofriantes relatos de Edgar Allan Poe. Para un espectador desprevenido podrían parecer selecciones del azar, sin embargo, existe un factor por el cual despertaron esa fascinación en la infancia del creador: el misterio.
El ornamento juega un papel fundamental en el carácter de la marca, retomando información gráfica de civilizaciones milenarias como la egipcia y la griega, pasando por las iluminaciones medievales y las hojas de acanto barrocas, llegando hasta estilos de las artes decorativas modernas como el art nouveau y el deco.
La Libertad pretende retomar el ritual del uso de la joya como un elemento que más allá de ser un accesorio decorativo del vestuario, se convierte en un amuleto para el usuario que lo porta, con un significado y una historia.